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Dios
acepta el fracaso, pero...
Ama orar.
Siente a
menudo la necesidad de orar a lo largo del día.
La oración dilata el corazón hasta que
éste sea capaz de recibir el don de Dios,
que es Él mismo.
Pide, busca, y tu corazón se ensanchará
hasta el punto de recibirLe,
de tenerLe en
ti como tu bien.
Deseamos mucho orar, pero después,
fracasamos.
Es entonces
cuando nos desanimamos y renunciamos.
Si quieres orar mejor, debes orar más.
Dios acepta el fracaso, pero no quiere
el desánimo.
En la oración
cada día más quiere que seamos como niños,
cada vez más humildes, cada vez más
llenos de agradecimiento.
Quiere que
tengamos presente que todos pertenecemos al cuerpo místico de
Cristo,
en el que la oración es perpetua.
En
nuestras oraciones debemos ayudarnos unos a otros.
Liberemos nuestros espíritus.
Anónimo
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