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Para
qué sirve...
«La penitencia
purifica el alma,
eleva el
pensamiento,
somete la
carne al espíritu,
hace al
corazón contrito y humillado,
disipa las
nebulosidades de la concupiscencia,
apaga el fuego de las pasiones
y enciende la
verdadera luz de la castidad».
San
Agustín
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