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De
hierro y de cruz.
Labremos
nuestro corazón con el arado del Evangelio y el hierro de la cruz,
trabajémoslo por la penitencia y la limosna, por la
caridad preparémoslo para la semilla del Señor, con el fin
de que pueda recibir con alegría la semilla de la palabra divina
y producir no sólo treinta, sino que sesenta y cien veces su
fruto.
San Cesareo de Arlés (470-543), monje y
obispo
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