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¿Me
aceptas, o no?
«¡Y a ti misma una espada te atravesará el alma!».
Las cosas de Dios suceden con
sufrimiento… Serían estos recuerdos guardados en su corazón,
objeto de confidencias de la Virgen ya mayor, que haría a los
discípulos y como madre les abriría los ojos al sentido de la
cruz, de la contradicción, que es camino de la gloria.
Jesús, eres uno de los nuestros; has compartido nuestra sangre
y nuestra carne y no te avergüenzas de llamarnos hermanos;
has asumido todo lo humano: alegría, amistad, familia,
sencillez. Has asumido el dolor, limitación, sufrimiento,
muerte. Más aún, nos aceptas como somos, limitados, pecadores,
con odios pequeños e irracionales; no rehúsas tu vida
humana y nos amas a todos, tal como somos, excepto el pecado.
María Virgen ha sido la primera en seguirte, acogiéndote
en una apertura de entrega, sencillez y generosidad de su vida
G. Mora
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