Deberes y privilegio
Ésta
es la gran paradoja del cristianismo:
para ganar la vida, hay que
«perder» la vida.
Para ser feliz en esta tierra y en la vida
eterna,
hay que aprender a no buscar la propia felicidad
«El Reino de Dios no tiene precio,
y sin embargo cuesta
exactamente lo que tengas (...).
A Pedro y a Andrés les costó el
abandono de una barca y unas redes;
a la viuda le costó dos
moneditas de plata;
a otro, un vaso de agua fresca»
San Gregorio Magno