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Para ponernos a pensar...
 

   Le abandonamos...‏

Abandonamos al Señor, quizá a diario,

cuando descuidamos el cumplimiento de nuestro deber profesional, apostólico;

cuando nuestra piedad es superficial, ramplona;

cuando nos justificamos porque humanamente sentimos el peso y la fatiga;

cuando nos falta la divina ilusión para secundar la Voluntad de Dios,

aunque se resistan el alma y el cuerpo.

Don Álvaro del Portillo