Sólo uno puede...
… y no hay otra manera…
«Cristo quiso que toda su Iglesia,
tanto en su oración como en su vida y su obra,
fuera el signo
y el instrumento del perdón
y de la reconciliación
que nos
adquirió al precio de su sangre.
Sin embargo……
confió el
ejercicio del poder de absolución al ministerio apostólico»
(Catecismo 1442).
Gracias, Jesús, por habernos dado este
sacramento.