La venganza es mia.
El método del diablo es el de mezclar siempre la verdad con el error,
revestido éste con las apariencias y colores de la verdad,
de
manera que pueda seducir fácilmente a los que se dejan engañar.
Por eso el Señor sólo habla de la cizaña porque esta planta se parece al
trigo.
Seguidamente indica cómo lo hace para engañar: «mientras la
gente dormía».
Por ahí se ve el grave peligro que corren los
jefes, sobre todo aquellos a quienes les ha sido confiada la guarda del
campo;
por otra parte, ese peligro no amenaza sólo a los jefes,
sino también a los subordinados.
Esto mismo nos enseña que el
error viene después de la verdad...
No dormirnos..., Vigilancia.
Considera ahora el celo de los criados: quieren arrancar la cizaña
inmediatamente;
es cierto que, aunque les falte reflexión, dan
pruebas de su solicitud por la simiente.
Sólo buscan una cosa que
no es vengarse del que ha sembrado la cizaña sino de salvar la cosecha;
por eso quieren echar totalmente el mal del campo...
¿Y
qué responde el Maestro?
Se lo priva por dos razones:
la
primera el temor de perjudicar el trigo;
la segunda, la certeza de
que un castigo inevitable se abatirá sobre los que están afectados de esa
enfermedad mortal.
Si queremos que se les castigue sin que se
perjudique la cosecha, debemos esperar el momento conveniente...
Por otra parte ¿es posible que una parte de esa cizaña se convierta en
trigo?
Si lo arrancáis ahora podéis perjudicar la próxima cosecha
arrancando a los que podrían llegar a ser mejores.
San
Juan Crisóstomo (345?-407), presbítero en Antioquía,