Atreverte
a pedirla.
«Abrid de par en par vuestras puertas a
Cristo.
¿Qué teméis?
Tened confianza en Él.
Arriesgaos a seguirlo.
Eso exige evidentemente que salgáis de
vosotros mismos,
de vuestros razonamientos, de vuestra
«prudencia»,
de vuestra indiferencia, de vuestra suficiencia,
de costumbres no cristianas que habéis quizá adquirido.
Sí;
esto pide renuncias,
una conversión,
que primeramente
debéis atreveros a desear a pedirla en la oración
y comenzar a
practicar.
Dejad que Cristo sea para vosotros el camino, la verdad
y la vida.
Dejad que sea vuestra salvación y vuestra felicidad» .
San Juan Pablo II