Consideraciones.org

 
Para ponernos a pensar...
 

 «El grande y primer mandamiento»

Para poder amar mucho a Dios en el cielo, es necesario, en primer lugar, amarlo mucho en la tierra. El grado de nuestro amor a Dios, al final de nuestra vida, será la medida de nuestro amor de Dios durante la eternidad.

¿Queremos tener la certeza de no separarnos de este soberano Bien en la vida presente?

Estrechémosle cada vez más por los vínculos de nuestro amor, diciéndole con la esposa del Cantar de los cantares:

"Encontré al amor de mi alma: lo abracé y no lo solté"(3,4).

¿Cómo ha apresado la esposa sagrada a su amado? "Con el brazo de la caridad", responde Guillermo...; "es con el brazo de la caridad con lo que se apresa a Dios", afirma san Ambrosio.

Dichoso aquel que podrá escribir con San Pablo:

«Que los ricos posean sus riquezas, que los reyes posean sus reinos: pero para nosotros, ¡nuestra gloria, nuestra riqueza y nuestro reino, es Cristo!».

Y con san Ignacio: «Dame sólo tu amor y tu gracia, eso me basta». Haz que te ame y que yo sea amado por Ti; no deseo ni desearé otra cosa.

San Alfonso María de Ligorio (1696-1787), obispo y doctor de la Iglesia.