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Entre la memoria y la esperanza.
Cada vez que intentamos leer en la realidad
actual los signos de los tiempos,
es conveniente escuchar
a los jóvenes y a los ancianos.
Ambos son la esperanza
de los pueblos.
Los ancianos aportan la memoria y la sabiduría de
la experiencia,
que invita a no repetir tontamente los mismos
errores del pasado.
Los jóvenes nos llaman a
despertar y acrecentar la esperanza,
porque llevan en sí las
nuevas tendencias de la humanidad y nos abren al futuro,
de manera que no nos quedemos anclados en la
nostalgia de estructuras y costumbres que ya no son cauces de vida en el
mundo actual.
Los desafíos están para superarlos.
Seamos realistas,
pero sin perder la alegría, la audacia y la
entrega esperanzada.
¡No nos dejemos robar la
fuerza misionera!
Papa Francisco
Exhortación
apostólica “Evangelii Gaudium
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