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Estar en regla...
En realidad,
si Dios me quiere como
soy,
si permite algo malo, por la libertad de la que
gozamos todos,
de aquello sacará un bien,
¿de qué he de
preocuparme?
Hay un solo mal, y es el pecado,
pero este no ha de
motivarnos más que a la conversión,
transformar el
remordimiento en arrepentimiento.
Lo importante así ni es
“estar en regla”
sino estar con Él:
porque Dios,
aun ofendido, sigue
siendo Padre nuestro;
aun irritado, nos sigue
amando como a hijos.
Sólo una cosa busca:
no tener que castigarnos
por nuestras ofensas,
ver que nos convertimos
y le pedimos perdón.
San Juan Crisóstomo.
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