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¡Oh santa y dulce infancia!
¡Oh santa y dulce infancia!
que restituyes al hombre
la verdadera inocencia!
Gracias a ti cualquier
edad puede llegar a ser una dichosa infancia
y ser conforme al
Niño-Dios,
no por la pequeñez de sus miembros,
sino por la humildad del
corazón
y la suavidad de sus costumbres…
Beato Guerrico
de Igny (c. 1080-1157), abad cisterciense
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