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Poema del Padre Carmelita J. Caraud que
el Beato Álvaro del Portillo conservaba entre las páginas de su Breviario:
¡Qué bien se está contigo, Señor, junto al
Sagrario!
Hace ya muchos años que vengo aquí a diario
y aquí te encuentro
siempre, Amor Solitario,
solo, pobre, escondido,
pensando en mí quizás.
Tú no me dices nada, ni
yo te digo nada.
Si tú lo sabes todo, ¿qué voy a decirte?
Sabes todas mis penas,
todas mis alegrías
Sabes que vengo a verte con las manos vacías
y que no tengo nada que
te pueda servir.
Siempre que vengo a verte te encuentro solo.
¿Será, Señor, que nadie
sabe que estás aquí?
No sé; pero sé, en
cambio, que aunque nadie viniera,
aunque nadie te amara ni
te lo agradeciera,
aquí estarías siempre esperándome a mí.
¿Por qué no vendré más?
¡Que ciego estoy, que ciego!
Si sé por experiencia que cuando a Tí me llego
siempre vuelvo cambiado,
siempre salgo mejor.
¿Adónde voy, Dios mío, cuando a mi Dios no vengo?
¡Si Tú me esperas
siempre! Si a Ti siempre Te tengo,
si jamás me has cerrado
las puertas de tu Amor.
¿Por qué no vendré más,
si sé que aquí a Tu lado
puedo encontrar, Dios
mío, lo que tanto he buscado:
mi luz, mi fortaleza, mi
paz, mi único bien?
¡Si jamás he sufrido, si jamás he llorado, Señor,
sin que conmigo llorases
Tú también!
¿Por qué no vendré más, Jesús?
¡Si Tú lo estás
deseando, si yo lo necesito!
Si sé que no soy nada
cuando no vengo aquí.
Si sé que me enseñarás
la ciencia de los santos
como aquí la buscaron y
la aprendieron tantos
que fueron tus amigos y
gozan ya de Ti.
¿Por qué no vendré más, si sé yo
que Tú eres el modelo
único y necesario,
que nada se hace duro mirándote a Tí aquí?
El Sagrario es la celda donde estás encerrado.
¡Qué pobre, qué
obediente, qué manso, qué callado…!
¡Qué solo, qué
escondido…nadie se fija en Tí!
¿Por qué no vendré más? ¡Oh, Bondad infinita!
Riqueza inestimable que
nada necesita,
y que te has humillado a mendigar mi amor.
Ábreme ya esa puerta, sea esa ya mi vida,
olvidado de todos, de
todos escondida,
¡Qué bien se está contigo, qué bien se está,
Señor!
Amén.
Padre J. Caraud O.C.D
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