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Las leyes no son soberanas.
Hay un "leitmotiv" que se repite tanto a lo largo
del segundo evangelio, como igualmente en el epistolario paulino:
Las leyes no son soberanas en sí;
sólo obligan en cuanto
están a favor del hombre.
Y el juicio sobre esta
condición humana de la ley lo tiene que hacer el súbdito.
Por eso, el considerar la ley -civil o eclesial-
como un absoluto va contra la enseñanza más elemental del Nuevo Testamento
Ediciones Marova.
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