|
Por donde comenzar, por donde terminar…
Aunque la enseñanza de
la cruz nos entristezca,
no debe suponer por ello
que el Evangelio sea una religión triste.
En absoluto.
Lo que el Evangelio nos
prohíbe es que “comencemos” por el placer.
Es decir, que sea lo
primero que pongamos en nuestra vida.
El Evangelio nos manda que lo primero en nuestra
vida sea la cruz de Cristo
y en ella encontraremos
primero el dolor,
pero después de aquel dolor nacerá la paz y el
consuelo.
Que lo primero sea la fe,
que lo primero sea
Cristo,
que lo primero sea su cruz y la humillación a la
que esta conduce.
Ante todo el que fue elevado,
que Él dará,
generosamente,
además de sí mismo,
todas las cosas.
Solo los que comienzan por el mundo invisible,
gozarán las cosas de
este mundo.
Anónimo
|
|