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Para ponernos a pensar...
 
María, ¿por que insistes?

Llorando, pues, María se inclinó y miró en el sepulcro.

Ciertamente había visto ya vacío el sepulcro,

ya había publicado que se habían llevado al Señor.

¿Por qué, pues, vuelve a inclinarse y renovar el deseo de verle?

Porque al que ama, no le basta haber mirado una sola vez,

porque la fuerza del amor aumenta los deseos de buscar.

Y, efectivamente, primero le buscó, y no le encontró;

perseveró en buscarle y le encontró.

Sucedió que, con la dilación, crecieron sus deseos,

y creciendo, consiguió encontrarle.

S. Tomás