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Seguir a Cristo no significa refugiarse en el
templo.
Seguir a Cristo no significa
refugiarse en el templo, encogiéndose de hombros ante el desarrollo de la
sociedad,
ante los aciertos o las aberraciones de los hombres y de los pueblos.
La fe cristiana, al contrario, nos
lleva a ver el mundo como creación del Señor,
a apreciar, por tanto, todo lo noble
y todo lo bello,
a reconocer la dignidad de cada persona, hecha a imagen
de Dios,
y
a admirar ese don especialísimo de la libertad,
por la que somos dueños de nuestros
propios actos y podemos —con la gracia del Cielo— construir nuestro destino
eterno.
Sería empequeñecer la fe, reducirla a una ideología terrena,
enarbolando un estandarte
político-religioso para condenar,
no se sabe en nombre de qué
investidura divina,
a los que no piensan del mismo modo en problemas que
son, por su propia naturaleza, susceptibles de recibir numerosas y diversas
soluciones.
Esfuérzate para que las
instituciones y las estructuras humanas,
en las que trabajas y te mueves con
pleno derecho de ciudadano,
se conformen con los principios que rigen una
concepción cristiana de la vida.
Así, no lo dudes, aseguras a los
hombres los medios para vivir de acuerdo con su dignidad,
y facilitarás a muchas almas que,
con la gracia de Dios, puedan responder personalmente a la vocación
cristiana.
San Josemaría Escrivá de Balaguer
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