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Tú que por amor me hieres.
Tú sólo, Dios y Señor,
Tú que por amor me hieres,
Tú que con inmenso amor
pruebas con mayor dolor
a las almas que más quieres.
Tú sólo lo has de saber,
pues sólo quiero contar
mi secreto padecer
a quien lo ha de comprender
y lo puede
consolar.
Bendito seas, Señor,
Por tu infinita bondad,
porque pones con amor
sobre espinas de dolor
rosas de conformidad.
José
María Pemán
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