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Para ponernos a pensar...
 
Soy “cortado”‏


San Josemaría no solamente era un santo: fue un sabio cargado de poesía.

Estos párrafos suyos nos lo regala Lluciá Sabaté:



Señor, sé que si se poda, da más fruto…

pero también sé que cuando se la poda, la viña ‘llora’,

dicen los viñadores...

algunas gotas de savia fluyen

antes de que se cierre la cicatriz de mi alma.

Y esto, Jesús, me duele, no me gusta…



Jesús, tú poda en mí, limpia, purifica.

Haz que lo entienda bien, aunque me cueste,

sintiendo lo que apuntaba san Josemaría:



“Hemos de decirle con sinceridad al Señor

que estamos dispuestos a dejar que arranque

todo lo que en nosotros es un obstáculo a su acción:

defectos del carácter,

apegamientos a nuestro criterio o a los bienes materiales,

respetos humanos, detalles de comodidad o de sensualidad...

Aunque nos cueste,

estamos decididos a dejarnos limpiar de todo ese peso muerto,

porque queremos dar más fruto de santidad y de apostolado.



El Señor nos limpia y purifica de muchas maneras.

En ocasiones permitiendo fracasos, enfermedades, difamaciones...

¿No has oído de labios del Maestro la parábola de la vid

y los sarmientos?

-Consuélate: te exige, porque eres sarmiento que da fruto...

Y te poda… para que des más fruto.



¡Claro!: duele ese cortar, ese arrancar;

pero, luego, ¡qué lozanía en los frutos, qué madurez en las obras!

«Yo soy la vid y vosotros los sarmientos».

Ha llegado septiembre y están las cepas cargadas de vástagos largos, delgados, flexibles y nudosos, abarrotados de fruto,

listo ya para la vendimia.

Mirad esos sarmientos repletos, porque participan de la savia del tronco: sólo así se han podido convertir en pulpa dulce y madura,

que colmará de alegría la vista y el corazón de la gente,

aquellos minúsculos brotes de unos meses antes.



En el suelo quedan quizá unos palitroques sueltos, medio enterrados. Eran sarmientos también, pero secos, agostados.

Son el símbolo más gráfico de la esterilidad.

«Porque sin mi no podéis hacer nada».”



Jesús, sé que si estoy unido a ti, alimentado de tu savia, creceré, daré fruto. Si no, me pierdo. Soy “cortado”.


Todo depende de mi unión contigo.


San Josemaría Escrivá de Balaguer