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¡Qué aurora!
“Porque en toda pobreza
me quisiste, Señor,
toda pobre me tienes.
En pobreza de amor,
en pobreza de espíritu,
sin fuerzas y sin voz.
Que anduviese en
vacío
me
pediste y ya voy
hacia Ti por la nada
que de mi ser quedó
la noche en que me abriste
-¡qué aurora!- el corazón.
Desnuda de mí
misma
en
tus manos estoy.
En pobreza y vacío
¡renaceré, Señor!
Porque lo quiero
todo
ya
apenas quiero nada.
Voluntad de no ir
donde lo fácil llama,
de evitar la ribera
donde el sentido basta.
¡Qué hondo no
querer,
qué
absoluta desgana,
qué desviar lo inútil
arrancándole al alma
el último asidero
y hasta esa luz prestada
que le roba a lo oscuro
su claridad intacta!
Porque lo quiero
todo
ya
apenas quiero nada,
Ernestina de Chambourcin
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