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En Nazaret… (III)
La vida de María fue un caminar constante por
una calle oscura. Ella no salió a pasear a la Calle Mayor del mundo. Esa
difícil renuncia a ser admirada, estimada o envidiada. Ella iba derecha a su
maravilloso destino por la calle oscura.
No salió a la Calle
Mayor ni para hacer propaganda de Cristianismo. No era esa su misión. Sólo
un día fue detrás de Cristo por la Calle Mayor. Pero ese día la Calle Mayor
era la Calle de la Amargura.
Nuestra Señora de la
Calle Oscura. Nuestra Señora Pueblerina. Nuestra Señora Aldeanita de Nazaret
haciendo con tu Hijo la redención, entre pucheros y zurcidos, entre comadres
mejor vestidas y vecinas de más rumbo.
María, que no llegarías
ni a ser de la Junta de las asociaciones piadosas de tu pueblo; que tu
marido, San José, no llegaría ni a concejal de Nazaret; que tu Hijo, Jesús
iría contigo los sábados a la sinagoga menos elegantemente vestido que
muchos otros niños del pueblo.
Nosotros, disimulando
nuestros defectos. María disimulando sus grandezas.
Las mujercitas de
Nazaret y las de todo el mundo tratando de ocultar penurias, estrecheces y
pobrezas. Todos nosotros tratando de ocultar que somos pobres, que somos
insignificantes.
María, durante 30 años, tratando de ocultar que
es Madre de Dios y Reina de cielos y tierra.
María, con el vestidito
usado de los días de labor. La mujer del carpintero.
Una vecina más de
Nazaret.
Pedro Ma. de Iraolagoitia, S.I.
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