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¡“Ahí tienes a tu madre”!
Esforcémonos para amar al Señor con el corazón de la Inmaculada,
de
recibirlo con su corazón,
de alabarle con las actitudes de ella,
de reparar, agradecer,
aunque no lo comprendamos
y, sin
embargo, es la realidad.
Es a través de su corazón, de sus actitudes
que alabamos al Señor Jesús.
Si verdaderamente es Ella quien ama
y glorifica a Jesús a través nuestro,
es que somos sus instrumentos.
Ella sola nos va a enseñar cómo amar al Señor Jesús mucho mejor,
sin comparación, que todos los libros y todos los maestros.
Ella
nos enseña a amarLe tal como Ella Le ama.
Y todo nuestro esfuerzo
debe tender a que sea Ella sola,
con nuestro corazón,
la que
ame al Señor Jesús.
Sólo el alma poseída por el amor de Dios
saca de ella todo lo que le estorba.
Todo se concentra en el amor de
Dios.
Y ahora ¡quién ama más a Jesús pobre y crucificado,
en
el pesebre,
que la Madre Santísima!
Nadie en el mundo, ni tan
sólo entre los ángeles
ama ni ha amado tan ardientemente al Señor
Jesús como la Madre de Dios...
La Inmaculada es el desarrollo total
del amor divino en nuestras almas
y el medio para acercarnos al
corazón de Jesús.
San Maximiliano Mª Kolbe (1894-1941),
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