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¡Quedate...!
Hay demasiados ruidos
en ti... escucha en lo profundo de tu ser...
Hay demasiadas
preocupaciones en tu mente... y demasiado peso en tu corazón...
quédate a solas... entra en tu aposento… El Señor está aquí y te llama… te
ama y te espera...
Quédate en silencio delante del Señor…
Olvida tus palabras, olvida tus recuerdos, tus peticiones, tus
proyectos;
mírale, escúchale sin que tus voces interiores te
distraigan.
Quédate en paz ante Él, abandona en Él toda
turbación, todo cuidado, toda preocupación, olvídalo todo.
Quédate
sin ataduras, libre de tus deseos, pobre como la madera muerta en invierno,
vacío de todo cuanto no sea Él.
Quédate solo, sin nadie más en tu
corazón, que ninguna criatura se interponga entre vuestras miradas.
Quédate sin quejas, sin estorbos, sin huéspedes extraños, sin nada que no
sea Él.
Quédate entero, sin más recuerdo que Dios, sin buscar
consuelos humanos, sepultado con Él y en Él,
desapareciendo tú para
hacerte don en su corazón.
Quédate sin tristezas, sin
resentimientos, sin orgullo, sin falsas imágenes de ti mismo.
Quédate
a la escucha de su Palabra, hazte Palabra y Voluntad suya.
Quédate
sin poderes, sin privilegios, sin honores, sin ídolos, y deja a Dios ser
Dios.
Quédate en adoración tan profunda que nada altere esa atención,
que ni penas ni goces quebranten ese abandono...
Quédate en silencio
delante del Señor,
desaparece tú y que sólo Él sea en ti.
Quédate en silencio... Quédate...
“Quédate en silencio delante del
Señor...”
Canción de Taizè
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