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Tras el silencio.
Muchas veces no se dan los signos
extraordinarios:
crece la semilla lentamente,
hay que esperar.
Es una llamada a no
perder la confianza:
el que ha comenzado la
obra en nosotros la consumará.
En la historia del mundo
y nuestra vida,
tras el silencio, Dios habla;
tras la noche, amanece
Dios.
Mientras tanto, en lo minúsculo actúa ya lo
grandioso:
incluso en este mundo que parece no conocer el
reino, está ya actuando el Reino de Dios
Thierry Maertens
and Jean Frisque
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