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Para ponernos a pensar...
 
Del sufrimiento. 

¿No era preciso que Cristo padeciera y entrase en su gloria? Lucas 24, 26

Si pudiéramos comprender de un modo práctico el valor del sufrimiento,

no ya considerado en sí mismo,

sino aceptado por amor y en unión con Nuestro Señor,

habríamos comprendido casi todo el misterio del cristianismo.


El sufrimiento es necesario para nosotros,

pobres criaturas a quienes trastornó tan profundamente el pecado original

y que aún aumentamos con nuestro pecado.


Posee el maravilloso secreto de purificarnos

devolviendo nuestras facultades a su primitiva pureza mediante un doloroso proceso.


Nuestra vida es como un tapiz mal y largamente entretejido que es preciso deshacer y rehacer por completo;

como una masa de arcilla que hubiera tomado toda clase de formas, todas las cuales dejaron en ella algo de sí mismas

y cuyas huellas han de borrarse ahora una tras otra.

Es esta una refundición que ha de realizarse por el fuego de la penitencia,

del arrepentimiento,

“dolorosa detestatio peccati”, por la dolorosa detestación del pecado cometido.


Padre Robert de Langeac