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Soledad
Caifás, esta noche, cena con el suegro.
Están celebrando el triunfo y haciendo planes.
Otra vez a hacerse de
oro y abrir el negocio del templo.
Otra vez la casa de Dios cueva de
ladrones,
y los dividendos para Anás y Caifás Sociedad Anónima.
Se han vengado de Cristo que limpió el templo con el látigo.
¿No ves, María?
Fíjate en el cuerpo de tu hijo: ellos se han vengado
de los latigazos con que Él les estropeó el negocio.
Ahí están,
en el Cuerpo de Tu Hijo,
los latigazos vengadores de la firma Anás,
Caifás y Compañía.
¿No sabías, María,
que en cuanto se nos
toca el asunto del dinero y del negocio,
ya no queremos saber nada?
Os quedaréis solos Cristo y Tú...
Tú… al pie de la Cruz.
Nos interesa un Cristo que multiplique panes y peces
y dividendos
e intereses y rentas e ingresos.
Nos interesa un Cristo que convierte
el agua en vino
y las pesetas en duros y los duros en billetes de
cien;
nos interesa un Cristo que llene nuestras redes de peces
y nuestros campos de cosechas, y nuestras cuentas corrientes de cifras
positivas...
Pero, por favor Madre,
un Cristo que emprenda
a latigazos con nuestro comercio,
que descalabre las mesas de
nuestros negocios,
que nos haga devolver lo robado como a Zaqueo...,
Un Cristo así, Madre, no nos interesa;
lo llevamos a la Cruz y Te
lo dejamos a Ti sola,
para que lo tengas muerto en tus brazos
Padre Pedro Ma.
De Iraolagoitia. S.I
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