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¡Dios Mío!... ¿Te duermes orándole!!!?
Mons. Fulton Sheen y Santa Teresita…
Contaba Fulton Sheen que
una vez llegó a París cansado. Lo primero que hizo fue ir a una iglesia a
hacer su hora de oración, y se quedo dormido. Cuando se despertó ya había
pasado la hora y se sintió mal; pero enseguida sintió una voz en su corazón
que le dijo que había cumplido con su hora como si hubiera estado despierto.
Para Teresita, el fin de la oración era
consolarlo, a Él, y no consolarse ella. No importaba que ella se durmiera
durante el tiempo de acción de gracias después de la Santa Comunión. ¿Qué
diferencia había?, se preguntaba ella: ¿No ponían los doctores a sus
pacientes a dormir para operarlos? Lo que importaba para un corazón, era
estar en el lugar debido, para amar a Jesús y querer ayudarle.
Mons. Fulton
Sheen y Santa Teresita
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