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Decírtelo
Quieres oírlo.
Quieres que mis labios lo pronuncien, Señor Santo y bueno.
No
necesitas mi cariño, pero quieres que Te quiera, que corresponda,
que
me porte bien para que me salve.
Lo haces por Mí. Me creaste para Ti
y quieres que lo entienda, que lo asimile,
y que a través de
entenderlo y de hacer, llegue a la morada celestial
a la que me has
destinado y a la que empujas duro a mis espaldas para que lo logre.
En mí lo haces con mucha fuerza, casi no puedes empujar más,
y yo,
tonto y malo a la vez, no reacciono.
¡Perdón!
´Te amo! Y
debería decírTelo más y con más fuerza.
Tú, a Tu vez, ayúdame más.
¡Gracias!, ¡perdón!, ¡ayúdame más!
Anónimo
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