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Quiero.
Jesús, quiero que mi tierra sea
buena tierra.
Para que lo sea necesito
los medios de
formación,
la constancia en mi plan de vida,
y la guarda de mi
corazón de modo que no se llene de frivolidad.
Cuando dejo de luchar
en estos puntos, qué rápido me ahoga el ambiente,
qué pronto se
marchita esa vida interior
que estaba empezando a brotar en mi
corazón.
Y me quedo, Jesús, como atontado: sin fijeza, esparcida la
atención,
dormida la voluntad y despierta la concupiscencia.
Jesús, es hora de decir: ¡basta!
Quiero de verdad ser santo,
corresponder a tu amor,
hacer fructificar la semilla de la gracia que
has puesto en mi alma.
Es hora de volver a empezar.
Pablo Cardona
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