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La ciudad sitiada La desacralización de
lo sagrado. (I)
La Iglesia, como una ciudad sitiada,
está cercada por
los errores y peligros de nuestro tiempo.
Por desgracia, algunos
católicos no sólo no son conscientes de esos peligros,
sino que
además-- en diversos grados-- están inficionados por ellos.
Ciegos ante el grave peligro de la indulgencia consigo mismos,
y
ciegos -- sobre todo—
ante el proceso de desacralización que
caracteriza a nuestro mundo moderno,
parece que no se han dado cuenta
de la elemental importancia de lo sagrado en la religión.
Embotan el
sentido de lo sagrado y con ello minan y socavan la verdadera religión.
Su enfoque “democrático” les hace menospreciar el hecho de que
en
todos los hombres que tienen anhelo de Dios hay también anhelo de lo sagrado
y un sentido de diferencia entre lo sagrado y lo profano.
El
obrero o el campesino tienen este sentido exactamente igual que el
intelectual.
Si el individuo es católico, deseará hallar en la
Iglesia una atmósfera sagrada.
Y esto seguirá siendo verdad, trátese
o no de un mundo urbano e industrial.
El individuo no se sentirá
oprimido, ni mucho menos,
por el hecho de que Dios esté infinitamente
sobre él, de que Cristo sea el Dios-hombre.
Mira gozosamente a la
Iglesia con su autoridad divina.
Espera que todo sacerdote, como
representante de la Iglesia,
irradie un atmósfera distinta que la del
laico de la calle.
Dietrich von Hildebran
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