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En una débil y blanca hostia.
En la Eucaristía está
vivo el Corazón de Cristo,
y en una débil y blanca
Hostia, parece dormir el sueño de la impotencia,
pero su Corazón vela.
Vela tanto si pensamos
como si no pensamos en Él.
No reposa.
Día y noche vela por
nosotros en todos los Sagrarios del mundo.
Está pidiendo por
nosotros, está pendiente de nosotros,
nos espera a nosotros
para consolarnos,
para hacernos compañía,
para intimar con
nosotros...
P. Antonio Rivero LC
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