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Sócrates
Sócrates creía que una persona sabia, naturalmente, rehuía el poder y el
dinero. Él mismo no usaba calzado. Extrañamente, acudía diariamente a la
plaza del mercado y miraba todo cuanto vendían, antes de entrar en sus
acostumbrados diálogos.
Un día un amigo le preguntó el porqué de esa
costumbre, si él despreciaba todo aquello. Sócrates, luciendo una amplia
sonrisa, le contestó: “Me encanta ir allí y descubrir cuántas cosas existen
sin la cuales puedo vivir tan felizmente.”
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