|
Una tarde triste de otoño...
¿Has visto, en una tarde triste de otoño, caer
las hojas muertas?
Así caen cada día las almas en la eternidad: un
día, la hoja caída serás tú.
Camino.
Quizá hayamos tenido la experiencia –decía R.
Knox en un sermón sobre el Adviento–
de lo que es caminar en
la noche y arrastrar los pies durante kilómetros,
alargando ávidamente la
vista hacia una luz en la lejanía
que representa de alguna
forma el hogar.
¡Qué difícil resulta apreciar en plena oscuridad
las distancias!
Lo mismo puede haber un par de kilómetros hasta
el lugar de nuestro destino,
que unos pocos cientos
de metros.
En esa situación se encontraban los profetas
cuando miraban hacia
adelante en espera de la redención de su pueblo.
No podían decir, con una
aproximación de cien años ni de quinientos,
cuándo habría de venir
el Mesías.
Solo sabían que en algún momento la estirpe de
David retoñaría de nuevo.
Esta misma actitud de expectación desea la
Iglesia que tengamos sus hijos
en todos los momentos de
nuestra vida.
Considera como una parte esencial de su misión
hacer que sigamos mirando al futuro,
aunque ya se ha cumplido
el segundo milenio de aquella primera Navidad,
que la liturgia nos
presenta inminente.
Nos alienta a que caminemos con los pastores, en
plena noche, vigilantes,
dirigiendo nuestra
mirada hacia aquella luz que sale de la gruta de Belén.
Padre Francisco Fernández-Carvajal
|
|