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Precisamente en la noche más
oscura.
El “fiat voluntas tua” en toda su extensión tiene
que ser el hilo conductor de toda vida cristiana.
Debe regular el curso
del día, de la mañana a la noche, el pasar de los años,
y, en suma, la vida
total.
Esa habrá de ser además la única preocupación del
cristiano.
Todas las demás preocupaciones las toma el Señor
sobre sí.
Esa, sin embargo, nos queda mientras estemos
todavía “in statu viae”.
Objetivamente hablando
nunca tendremos la seguridad total
de permanecer hasta el
fin en los caminos de Dios.
Así como los primeros
hombres pasaron de la filiación divina a apartarse de Dios,
de la misma manera cada
uno de nosotros se encuentra en el filo de la navaja
entre la nada y la
plenitud de la vida divina;
y tarde o temprano lo
percibimos también subjetivamente.
En la infancia de la
vida espiritual,
cuando comenzamos a abandonarnos a la mano
conductora de Dios,
lo percibimos con fuerza e intensidad;
con toda claridad vemos
qué es lo que tenemos que hacer u omitir.
Sin embargo esta
situación no permanece siempre así.
Quien pertenece a Cristo
debe vivir la vida de Cristo en su totalidad,
ha de alcanzar la
madurez del Salvador y andar por el camino de la cruz,
hasta el Getsemaní y el
Gólgota.
Y todos los sufrimientos que pueden venir de
fuera
son nada en comparación con la noche del alma,
cuando la luz divina ha
desaparecido y la voz del Señor no se escucha más....
Es así que los que están
realmente unidos a Cristo permanecen inquebrantables,
aun cuando en la
oscuridad de la noche
experimentan
personalmente la lejanía y el abandono de Dios...
Por eso, “hágase tu
voluntad”, también y precisamente en la noche más oscura.
Santa Teresa Benedicta de la Cruz, Edith Stein,
(1891-1942), carmelita descalza, mártir, copatrona de Europa
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