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El Cielo… Tratado de los Novísimos o de
la consumación. (II)
A la felicidad esencial del cielo que brota de la
visión inmediata de Dios
se añade una felicidad accidental procedente
del natural conocimiento y amor de bienes creados (sent. común).
Según doctrina de la escolástica, hay tres clases de bienaventurados que,
además de la felicidad esencial (corona aurea),
reciben una
recompensa especial (aureola) por las victorias conseguidas.
Tales
son : los que son vírgenes, por su victoria sobre la carne, según dice Apoc
14, 4;
los mártires, por su victoria sobre el diablo, padre de la
mentira,
Conforme enseña SANTO TOMÁS, la esencia de la «aureola»
consiste en el gozo
por las hazañas realizadas por cada uno en la
lucha contra los enemigos de la salvación (Suppl. 96, 1).
3.
Propiedades del cielo
a) Eternidad
La felicidad del cielo dura
por toda la eternidad (de fe).
SAN AGUSTÍN deduce racionalmente la
eterna duración del cielo de la idea de la perfecta bienaventuranza:
«Cómo podría hablarse de verdadera felicidad si faltase la confianza de la
eterna duración?» (De civ. Dei xii 13, 1; cf. x 30; xi 13).
b)
Desigualdad
El grado de la felicidad celestial es distinto en cada
uno de los bienaventurados según la diversidad de sus méritos (de fe).
El Decretum pro Graecis del concilio de Florencia (1439)
Tratado de los novísimos o de la
consumación.
La escatología del individuo
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