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Para ponernos a pensar...
Se puso en camino...


El regocijo y el gozo eran la fuerza de Nuestra Señora.

Fue su hijo quien hizo de ella la presurosa sirvienta de Dios,

porque desde que entró en ella «se fue a toda prisa».

Solamente el gozo podía darle la fuerza para marchar a toda prisa más allá de las colinas de Judea

y convertirse en la servidora de su prima.


Esto sirve igualmente para nosotros:

igual que ella debemos ser los sirvientes del Señor

y cada día,

después de la santa comunión,

apresurarnos para ir más allá de las dificultades que nos encontremos

al ofrecer con todo nuestro corazón nuestro servicio a los pobres.


El gozo es la oración, el gozo es la fuerza, el gozo es el amor,

es una red de amor gracias a la cual podréis alcanzar a las almas.

«Al que da de buena gana lo ama Dios».

El que da gozosamente, da más.

Si en el trabajo encontráis dificultades y las aceptáis con gozo, con una amplia sonrisa.

La mejor manera de mostrar vuestro agradecimiento a Dios y a los hombres

es aceptándolo todo con gozo.

Un corazón gozoso proviene de un corazón que arde en amor.


Santa Teresa de Calcuta