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¡Mis derechos!
Cuántos menos derechos tengo, más espero.
No merezco nada,
por eso lo espero todo,
porque Tú, Señor, eres
bueno.
Nuestra dicha y nuestra grandeza consisten en
tenerlo todo de Él.
Yo le digo a menudo mi alegría de no tener ningún
derecho sobre Él,
pues si lo tuviera no le debería tanto a su
misericordia.
Me encanta pensar que no me debe nada.
Si yo tuviera algún
derecho no podría ser tan audaz, no estaría tranquilo.
Padre Delage.
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