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Para ponernos a pensar...
 
La sombra de la Hostia‏.


El alma interior sabe que ahora Él habita en el Tabernáculo,

y atormentada de amor se retira cada noche

para adorar, alabar, gemir, orar y amar

muy cerca de Él, en el silencio del corazón.

El alma interior entra en sí misma, cierra la puerta del santuario y se queda sola,

completamente sola con Dios,

y ama horas enteras sin cansarse.

Si pudiera, se quedaría allí siempre, para amar siempre.

¿Qué hay de más dulce para el alma interior que la sombra de Jesús-Hostia?

Sus apariencias siguen siendo las mismas, o casi las mismas;

pero lo que en ello hay de más íntimo y de más profundo se convierte en algo muy distinto:

es Él quien piensa, habla y ora por ella; es el quien vive.

¿Puede haber nada más dulce para el alma

que verse transformada en su Salvador

gracias a la sombra de la Hostia?


Robert de Langeac