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La conversión es el fin de algo
«Si no os convertís pereceréis»
Esforcémonos en estar asociados a la resurrección
de Cristo
y pasar de la muerte a la vida mientras todavía
estamos en este cuerpo.
Porque, para todo hombre,
pasar por una
conversión, de cualquiera naturaleza que sea,
pasar de un estado a
otro,
significa el fin de algo – no ser más lo que era
–
y el comienzo de otro – ser lo que no era.
Pero es importante saber
por qué se muere y para quién vive,
porque hay una muerte
que hace vivir y una vida que mata.
Y es justamente en este mundo efímero,
donde hay que buscar lo
uno y lo otro;
de la calidad de nuestras acciones terrenas,
dependerá la diferencia
de las retribuciones eternas.
Muramos pues al diablo y
vivamos para Dios;
muramos al pecado para resucitar a la justicia;
qué desaparezca el
hombre viejo para que nazca el ser nuevo.
Nadie puede servir a dos
señores.
Tomemos como ejemplo no al que hace tropezar
a los que están de pie
para llevarles a la ruina,
sino al que ayuda a
levantar a los que caen, para conducirles a la gloria.
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