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Para ponernos a pensar...
 
 Incluso siendo como somos…‏


Cuando nuestro Salvador resucitó,

tomó sobre sí todo posible obstáculo de nuestro pasado,

de nuestro futuro, de nosotros mismos o de lo que nos rodea,

que pudiera oponerse a nuestra santidad.

La agonía que desgarró su Sagrado Corazón en el Huerto

fue el pensamiento de que después de que había hecho y padecido tanto

--mucho más de lo necesario--

por nuestra santidad,

haríamos inútil Su Sangre por nuestra cobardía

y por no creer y confiar en Él.

El mayor valor que podemos dar a los padecimientos de Cristo

es creer que pueden hacernos santos,

incluso siendo como somos.

Eugene Bolylan, monje cisterciense