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Un puñado de barro.
Por ver feliz a la persona
que ama,
un corazón noble no vacila ante el sacrificio.
Por
aliviar un rostro sonriente,
un alma grande de la repugnancia y se da
sin remitirnos…
Y Dios ¿merece menos que un trozo de carne,
que un puñado de barro?
San Josemaría Escrivá
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