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Los agujeros del Cristo...
Acudiremos como las
palomas que, al decir de la Escritura,
se cobijan en los agujeros de
las rocas a la hora de la tempestad.
Nos ocultamos en ese refugio,
para hallar la intimidad de Cristo:
y veremos que su modo de
conversar es apacible y su rostro hermoso,
porque los que conocen que
su voz es suave y grata,
son los que recibieron la gracia del
Evangelio, que les hace decir:
Tú tienes palabras de vida eterna
Gregorio Niseno.
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