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¡Aunque reviente!
La
idea es de Dios. Él es el iniciador.
Si no fuera así, nunca se nos
habría ocurrido la posibilidad de aspirar a la santidad.
Pero Jesús
la plantea como un mandato: sed perfectos.
«Quedan, pues, invitados y
aun obligados
todos los fieles cristianos
a buscar
insistentemente la santidad y la perfección dentro de su estado».
Concilio Vaticano II
«... aunque me canse,
aunque no pueda, aunque reviente, aunque me muera».
Santa
Teresa de Ávila
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