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Por amor, no por celo amargo
“No admitas un mal
pensamiento de nadie, aunque las palabras
u obras del interesado den
pie para juzgar así razonablemente”.
San Josemaría.
Qué fácil es criticar, murmurar, hablar mal de alguien,
sin pensar en los motivos o las presiones, la ignorancia, o la flaqueza,
o el carácter, o muchos otros elementos de juicio que no tengo
y
que sólo Tú, Señor, conoces en el corazón de cada persona,
sus
problemas, sus circunstancias…
Y ¡qué difícil es arreglar el daño
hecho por la murmuración!
Puedo hablar con otra persona, para
desahogarme (lo justo)
y para pedir consejo y ver cómo actuar,
con una crítica constructiva que lleve a corregir a esa persona,
por amor, no por celo amargo.
Pablo Cardona
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