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¿Qué es, realmente, convertirse?...
Nunca la
conversión se hace de una vez para siempre, sino que es un proceso, un
camino interior que dura toda la vida.
Este itinerario de conversión
evangélica no puede quedar limitado a un período particular del año;
es un camino de cada día que debe abrazar la globalidad de la existencia,
todos los días de nuestra vida…
Convertirse ¿qué es en realidad?
Convertirse es buscar a Dios, caminar con Dios, seguir dócilmente las
enseñanzas de su Hijo Jesucristo;
no es, de ninguna manera, un
esfuerzo de auto-realización, porque el ser humano no es el arquitecto de su
propio destino eterno.
No nos hemos hecho a nosotros mismos. Por eso
la realización personal es, en realidad, una contradicción, e incluso es
poco para nosotros.
Tenemos un destino más elevado.
Podríamos
decir que la conversión consiste, precisamente, en no considerarnos como el
“creador” de nosotros mismos y,
por aquí, descubrir la verdad, puesto
que nosotros no somos nuestros propios autores.
La conversión
consiste en la libre y amorosa aceptación de nuestra total dependencia de
Dios,
nuestro verdadero Creador, una dependencia de amor.
No
es un obstáculo, es la libertad.
SS. Benedicto XVI
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