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¡Madre!, ¡mamá. No me dejes...
Ha esperado Jesús
este encuentro con su Madre. ¡Cuántos recuerdos de infancia!: Belén,
el lejano Egipto, la aldea de Nazaret. Ahora, también la quiere junto a
sí, en el Calvario.
¡La necesitamos!... En la oscuridad de la
noche, cuando un niño pequeño tiene miedo, grita: ¡mamá! Así tengo yo que
clamar muchas veces con el corazón: ¡Madre!, ¡mamá!, no me dejes.
San Josemaría Escrivá
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