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Para ponernos a pensar...
 
Miserable...

¡Qué miserable habría sido Judas desde el principio!
¿Le habrían proporcionado satisfacción, desde el inicio,
unas miserables ganancias?
¿Había sido feliz cuando sacrificó, a los suyos,
los intereses de su Maestro?
¿Somos felices cuando preferimos
nuestros propios intereses egoístas, a los de Cristo?
El pecado y la miseria son hermanos gemelos.
¡Dios mío, que nunca traicione Tus intereses
anteponiendo mi propio placer, o mi ganancia!

Padre Richard Frederick Clark, SJ