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La muerte de Jesús.
Él ha sacrificado Su honor, Su
reputación; Se le ha estimado un tonto y un loco. Ahora sólo hay un
sacrificio más que Él puede hacer a Su Padre Eterno por el hombre, el
sacrificio de Su vida. Está decidido a renunciar a todo por nosotros, a ser
obediente hasta la muerte.
¿Qué fue lo que causó la muerte de Nuestro
Señor? No los verdugos, no los judíos, no la agonía de la cruz; esos no
fueron más que instrumentos. Fue el pecado. El pecado tenía, en sí mismo,
maldad suficiente hasta para robar la vida a Dios, Nuestro Señor y Rey. ¡Qué
extraño misterio es el pecado! ¡Y qué extraño que no lo odiemos más cuando
vemos su poder de destrucción!
Padre Richard Frederick Clark
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