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En su llagada mano...
La mano de Cristo nos ha
cogido de un trigal: el sembrador aprieta en su mano llagada el puñado de
trigo. La sangre de Cristo baña la simiente, la empapa. Luego, el Señor echa
al aire ese trigo, para que muriendo, sea vida y, hundiéndose en la tierra,
sea capaz de multiplicarse en espigas de oro.
San Josemaría
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